Enrique Goded, de la película La mala educación, 2004
Años después, yo era director de cine e Ignacio reapareció en mi vida pidiendo que le diera un papel en mi próxima película. Era extraño: Ignacio (o Ángel, como ahora pedía que le llamasen) parecía recordar todo con claridad… Y sin embargo yo no veía a la persona que recordaba en aquellos ojos misteriosos. El Ignacio que amé se había esfumado.
Mi confusión inicial dio paso al temor. Un laberinto de pasiones sin sentido en el que me encontraba perdido y no sabía qué esperar. Decidí investigar… Y lo que encontré superó la ficción de cualquiera de mis películas.