Si hubiera un premio a la película gay más realista de la historia, Weekend tendría grandes posibilidades de alzarse con él. Y lo mejor es que lo haría sin necesidad de tragedias ni dramas, sino tan sólo a través de la relación entre dos personas unidas por el destino, durante un solo fin de semana.
Y, además, son dos personas tan diferentes que resulta difícil no identificarse con alguna de las dos (o incluso con ambos). Russell es un romántico y Glenn está en contra del amor, pero entre ambos se desarrolla una maravillosa relación que empieza como un ligue de una noche y termina convertida en muchísimo más.
Los dos chicos se intercambian placer durante el fin de semana, por supuesto, pero sobre todo hay diálogo entre dos personas con puntos de vista distintos sobre la homosexualidad y la propia existencia. Con sumo acierto, la película enlaza los momentos lujuriosos con los filosóficos. Y, en solo dos días, los protagonistas pasan de ser extraños a ser íntimos, de la sexualidad al amor.
El debate da comienzo debido a que Glenn está realizando un estudio sobre el la homosexualidad y porqué nadie parece atreverse a hablar de él: a nadie le importa que seas gay mientras no le hables de ello. ¡Qué acertado está Glenn! La homosexualidad está abiertamente acertada por la mayoría, y, aun así, parece que ser gay exija mantener una etiqueta y no restregárselo demasiado a los heterosexuales.
Tom Cullen y Chris New son la perfecta pareja protagonista
El propio Russell es muestra de ello. Él no está dentro del armario, pero tampoco fuera: sus mejores amigos saben que es gay, pero él no se atreve a dar la mano a un chico por la calle, y mucho menos a besarle. Se siente avergonzado. Y es que aún hoy no es fácil besar a un chico siendo también chico, sin sentir que se está cometiendo un delito. Al final son los propios homosexuales los que se auto discriminan, pero es que no todos estamos preparados para luchar contra la sociedad.
Pero que la seriedad de mis palabras no os aleje de Weekend, porque hay mucho más que reflexión en esta película. Hay risas, hay lágrimas… Hay mucho sentimiento. Weekend es una historia de amor real e inolvidable que nadie debe perderse, sea cual sea su identidad.
Crítica de Juan Roures